De falleros en Valencia
¡Hola!
Saldaré mis deudas con el blog. Resulta que a mediados de marzo, cuando teníamos pocas opciones de viajar y las probabilidades de irnos a Valencia se habían reducido a casi nada. Al compañero Edson, se le ocurrió una flamante idea de aquellas que uno no deja desperdiciar. Las oportunas en el momento oportuno. No nos quedaríamos, estando en España, viajando desde tan lejos, sin ver una de las tradiciones más sonadas en este país. Nos decidimos. Era impensable suponer que habría otra oportunidad para conocer Las Fallas. Es una tradición colorida, en donde los valencianos se reúnen con los trajes de gala y recorren las calles hasta llegar a la plaza central, en donde hay una estructura de madera con la forma de la virgen del lugar. Se trasladan ofrendas florales y con claveles rojos y blancos le dan forma al cuerpo de la patrona. Durante el recorrido son colocadas estatuas de cera y material combustible con figuras políticas y sociales, haciendo una crítica coyuntural. Al final, y luego de tres días de fiesta, alcohol y juegos pirotécnicos, son incendiadas las fallas y se quema también a la virgen. Según, nos dijeron, es para matar los malos augurios y eliminar los problemas. Algo como exorcisar los malos espíritus de la comunidad. Si queremos compararlo, imagínense la quema del diablo del 7 de diciembre en Guatemala. Algo así, pero con más jolgorio.
En esta fotografía, una policía, cubriéndose del gélido viento de las tres de la madrugada, resguardaba parte de las ofrendas florales para que no fueran extraídas por algún alegre y ebrio turista. Que por cierto, eran cuánta cantidad ustedes se pueden imaginar. Dicen que hugo más de un millón de visitantes. No lo dudo, las calles estaban atiborradas de ganado.
Esta es la foto memorable. Como dije, fue una aventura. Rentamos un carro y nos fuimos los cuatro, sin una reserva de hotel, destinados a quedarmos dormidos en el vehículo. Así lo hicimos. Esta fue tomada a las diez de la mañana, justo después de despertarnos. No se nota pero teníamos aún cara de almohada. Fue genial. De los mejores momentos que he pasado.
Saldaré mis deudas con el blog. Resulta que a mediados de marzo, cuando teníamos pocas opciones de viajar y las probabilidades de irnos a Valencia se habían reducido a casi nada. Al compañero Edson, se le ocurrió una flamante idea de aquellas que uno no deja desperdiciar. Las oportunas en el momento oportuno. No nos quedaríamos, estando en España, viajando desde tan lejos, sin ver una de las tradiciones más sonadas en este país. Nos decidimos. Era impensable suponer que habría otra oportunidad para conocer Las Fallas. Es una tradición colorida, en donde los valencianos se reúnen con los trajes de gala y recorren las calles hasta llegar a la plaza central, en donde hay una estructura de madera con la forma de la virgen del lugar. Se trasladan ofrendas florales y con claveles rojos y blancos le dan forma al cuerpo de la patrona. Durante el recorrido son colocadas estatuas de cera y material combustible con figuras políticas y sociales, haciendo una crítica coyuntural. Al final, y luego de tres días de fiesta, alcohol y juegos pirotécnicos, son incendiadas las fallas y se quema también a la virgen. Según, nos dijeron, es para matar los malos augurios y eliminar los problemas. Algo como exorcisar los malos espíritus de la comunidad. Si queremos compararlo, imagínense la quema del diablo del 7 de diciembre en Guatemala. Algo así, pero con más jolgorio.
En esta fotografía, una policía, cubriéndose del gélido viento de las tres de la madrugada, resguardaba parte de las ofrendas florales para que no fueran extraídas por algún alegre y ebrio turista. Que por cierto, eran cuánta cantidad ustedes se pueden imaginar. Dicen que hugo más de un millón de visitantes. No lo dudo, las calles estaban atiborradas de ganado.
Los muñecos fueron elaborados por diferentes grupos de vecinos, con maquetas y mucha creatividad. En su mayoría representan personajes populares de la televisión, de la historia o políticos. Una de las características que poseen es la sátira inmersa en el mensaje estético. La simbología de cada trazo es contemplada en cada esquina del lugar. En las calles aledañas de donde circulan los falleros (así denominan a quienes participan en las fiestas).
Tenía que unirme a la fiesta. Luz Jenny, Jorge, Edson y yo, nos dimos a la tarea de integrarnos al jolgorio popular y perseguir la alegría con que viven los valencianos esta tradición antigua. Acá aparezco con uno de los pañuelos de fallero en una de las calles donde circulaban las procesiones.
Es toda una fiesta familiar. Niños, niñas, jóvenes y adultos participan en los desfiles. Es muy agradable ver, por ejemplo, a los bebés con los trajes de gala transportados en los carruajes. A los niños bailando con la música de las bandas del lugar. Todos sonrientes rumbo a dejar las ofrendas florales.
Yo, Luz Jenny y Edson, frente a la Virgen, mientras estaba vistiéndose con las flores de las ofrendas. Eran las tres de la mañana y estabamos sufriendo frío.
Tenía que unirme a la fiesta. Luz Jenny, Jorge, Edson y yo, nos dimos a la tarea de integrarnos al jolgorio popular y perseguir la alegría con que viven los valencianos esta tradición antigua. Acá aparezco con uno de los pañuelos de fallero en una de las calles donde circulaban las procesiones.
Es toda una fiesta familiar. Niños, niñas, jóvenes y adultos participan en los desfiles. Es muy agradable ver, por ejemplo, a los bebés con los trajes de gala transportados en los carruajes. A los niños bailando con la música de las bandas del lugar. Todos sonrientes rumbo a dejar las ofrendas florales.
Yo, Luz Jenny y Edson, frente a la Virgen, mientras estaba vistiéndose con las flores de las ofrendas. Eran las tres de la mañana y estabamos sufriendo frío.
Más o menos se ve en esta foto la cantidad de personas que pululaban en las calles de Valencia esa noche. Era imposible caminar, por lo menos en las calles donde habían objetos de recuerdo.
Esta es la foto memorable. Como dije, fue una aventura. Rentamos un carro y nos fuimos los cuatro, sin una reserva de hotel, destinados a quedarmos dormidos en el vehículo. Así lo hicimos. Esta fue tomada a las diez de la mañana, justo después de despertarnos. No se nota pero teníamos aún cara de almohada. Fue genial. De los mejores momentos que he pasado.
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