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Mostrando las entradas de 2010

Cablegate

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No cabe duda que el morbo es el alimento del ser humano. Y, conocer lo secretos de los demás es la forma más elevada de la orgasmal sensación del morbo. Las escandalosas revelaciones minan de nueva cuenta la credibilidad de la nación más poderosa del mundo que intentó limpiar su nombre de cara a la política exterior con la victoria del demócrata Barack Obama. La piedra en el zapato de los Estados Unidos tiene un nombre: Wikileaks y un rostro, el australiano Julian Assange, quien ha puesto en jaque una de las administraciones, digamos, más prometedora que había tenido el país de norte en los últimos años. Pero saber que una presidenta tiene problemas mentales, o que un presidente es hipocondriaco, o la confirmación del interés por aislar a Hugo Chávez en Venezuela, o que el socialismo que predica José Luis Rodríguez Zapatero en España es peligroso, es más bien un sensacionalismo a gran escala que más allá de permitir acusaciones sobre posibles injerencias, de las que ya ha tenido antece

Desfile de incompetencias

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Es entendible que elegir a las trece de las mejores personas que compartan ideales e intereses para administrar un país como el de Guatemala es difícil. Es lógico, además, que conforme se vaya consolidando la estrategia de gobierno y se amarren las políticas que se gestionaron para cumplir con el mandato, más de alguien pierda la orientación y termine fuera del equipo. Eso pasa hasta en el futbol. Por eso los directores técnicos convocan hasta 25 jugadores para tener de donde escoger cuando los titulares no le rindan. Para eso sirven las listas de espera, las bancas. Los sustitutos. No es de extrañarse que cuando termina el tercer año del gobierno de Álvaro Colom sobrevivan solo dos ministros del equipo inicial que fue presentado unos días antes de la toma de posesión. Y si hay que leer entre líneas, podríamos suponer que algo bueno se ha estado haciendo en las políticas exteriores y del medio ambiente. Dado que en esa lista aún están bien agarrados de la silla Haroldo Rodas en la Canc

Independencia le llaman

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Arrastre. Golpea. Arrastre. Golpea. El sonido uniforme del zapateo precisan las melodías monótonas y repetitivas de los redoblantes, liras y trompetas. Miradas serias y caras sudadas. En algunos casos, los menudos adolescentes cargan enormes tambores esperando que la partitura les haga entrar en acción y golpear dos o tres veces rompiendo el intervalo de la cadencia militar que identifican los desfiles en estos días. Independencia le llaman. En ese ambiente, dejando detrás de la cortina el fárrago de lodo sobre las carreteras y personas, el guatemalteco se viste con ese patriotismo - inexplicado - sintiendo por algunas horas la pertenencia cívica de un país. La banda ameniza el contoneo casi sensual de las muchachas vestidas con minifaldas y y botas cómodas que les permiten zapatear, saltar y bailar durante algunas cuantas horas. Bastones que llevan el ritmo melódico de los tambores y si uno logra fijarse bien, podrá apreciar alguna leve sonrisa que se le escape a una simpática batonis

La pera loca artesanal

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Recuerdo exactamente que tenía doce años porque ese año terminaba mi primero básico. Era mayo. Casi cumplía 13. Llovía un poco, por eso utilizábamos el garash de la casa que para ese entonces me parecía enorme. En la viga central colgábamos un saco lleno de arena y lo golpeábamos siempre que volvíamos del instituto. Era divertido. Primero fue un pasatiempo de mis hermanos y mío. Hasta apostábamos por quién le daba el golpe más fuerte. Pesaba el condenado saco. Era de esos de Pantaleón y cuando le pegábamos muy duro iba soltando pocos de arena al piso de loza. Nos acostumbramos a ese pasatiempo. Era nuestra pera loca artesanal. Algunos días después se volvió popular nuestra pera loca artesanal y fueron llegando los demás patojos de la calle. Esos que nunca tienen nada más que hacer que estar en la calle. Es increíble pero a la hora que salía, siempre me los topaba. Eran los mismos: Diego, Tono, el Canche y Molocho, a este último nunca supe por qué fue apodado así. Tono era el más grande

El guardián dejó su morada

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Uno de los mejores textos que he tenido frente a mí fue escrito por J.D. Salinger , de eso no tengo duda. Siempre pensé que no había nadie mejor que él. Aún lo pienso. En estos días, encontré una edición agradable y con las letras con el tamaño justo de su obra El guardián entre el centeno (The Catcher in the Rye -1951-), en donde narra las peripecias de Holden Caulfield, a quien siempre lo visualicé como uno de esos tíos malos a los que uno pretende llegar a ser. Hoy leo los periódicos en la Internet y me encuentro con esta triste noticia: su fallecimiento. Para mí Salinger es escritor pleno. El que escribe sin exponerse. Siempre protegió celosamente su privacidad. En los registros mediáticos únicamente se cuenta con una entrevista al The New York Times en 1974, y realizada vía telefónica. En ella, defendió energéticamente su derecho a conservar su vida privada. Odiaba las fotos y vivió muchos años alejado en una suerte de búnker en una pequeña comunidad de Nueva Hampshire, al nore

Alejar el pasado

Una linda canción de Frusciante. Oportuna. The Past Recedes And then the past recedes and I won't be involved The effort to be free Seems pointless from above You're looking down at me I'd rather stay below Than have you staring up at me It is nowhere I want to go Ay, this business of how long we try to stay alive Why to be here you first got to die so I gave it a try And what do you know Time was so long ago And things come back you see To where they don't belong and every drop of sea is the hole ocean I lied to the greatest thieves about anything and everything I'm a figure of forgotten speech I'm out of reach I can't play it safe But I'm might just in case I'm disguised as a reaching hand I'm a working man I don't understand why clockout come so slow everytime That's one line I stay right behind

Pelea

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Nunca he sido bueno para pelear. Y ahora que me lo preguntan, solo he estado en dos peleas. Una por acumulación de adrenalina y otra por mula. No estoy seguro si fue en primero o segundo básico. Eso no importa. Fue en un instituto solo de hombres, -solo con eso ya se imaginarán los problemas que se formaban-. Quizá era en segundo, porque ya había pasado de ser el niño acosado a ser un niño que podía acosar -aunque yo nunca lo hice, la verdad-. Tampoco recuerdo el nombre de mi instigador y quien me sirvió de contrincante es esa mi primera pelea. Lo cierto es que desde que iniciaron las clases la traía contra mí. El muy desgraciado. No era ni mucho más grande que yo, ni mucho más fuerte. Pero creo que encontró en mí su pendejito a quien joderle la vida. Lo había encontrado, lo acepto, pero llegó un punto en que la desesperación minó mi tolerancia y mis ánimos pacifistas y en un momento, que no recuerdo muy bien, le lancé un puñetazo. Para mi mala suerte, se hizo a un lado y logró esqui