Desfile de incompetencias

Es entendible que elegir a las trece de las mejores personas que compartan ideales e intereses para administrar un país como el de Guatemala es difícil. Es lógico, además, que conforme se vaya consolidando la estrategia de gobierno y se amarren las políticas que se gestionaron para cumplir con el mandato, más de alguien pierda la orientación y termine fuera del equipo.
Eso pasa hasta en el futbol. Por eso los directores técnicos convocan hasta 25 jugadores para tener de donde escoger cuando los titulares no le rindan. Para eso sirven las listas de espera, las bancas. Los sustitutos.

No es de extrañarse que cuando termina el tercer año del gobierno de Álvaro Colom sobrevivan solo dos ministros del equipo inicial que fue presentado unos días antes de la toma de posesión. Y si hay que leer entre líneas, podríamos suponer que algo bueno se ha estado haciendo en las políticas exteriores y del medio ambiente. Dado que en esa lista aún están bien agarrados de la silla Haroldo Rodas en la Cancillería y Luis Ferraté en el Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales.

Sin embargo, no se puede decir lo mismo de las carteras más sensibles. En Educación, por ejemplo, han desfilado tres funcionarios a cargo. Ana de Molina, de las pocas mujeres que integraron el Gabinete, decidió dimitir por la escasez de fondos que le iban quedando en el ministerio al beneficiar los programas de Mi Familia Progresa.
Para darle continuidad a la gestión, Colom decidió otorgarle el mando a Bienvenido Argueta, un investigador y educador respetado entre los círculos académicos y que defendió a capa y espada el cuco de la oposición política: Mi Familia Progresa. Su defensa acérrima tuvo sus consecuencias, incluso legales, y la última palabra la tuvo la Corte de Constitucionalidad que resolvió separarlo del cargo.
En Educación queda Dennis Alonzo, enfrentando ya con un perfil más bajo, los cuestionamientos hacia el programa administrado por la Primera Dama.

El Ministerio maldito

Si Educación ha tenido tres ministros, Seguridad, que encabeza las prioridades de la población, también ha tenido sus contratiempos.
Digamos que la ingeligencia que pregonó aún está en fase de aprendizaje. La crisis institucional ha hecho que en dos años el Gobierno haya tenido que juramentar a cinco funcionarios para intentar poner en orden y brindar la seguridad exigida por la sociedad.

Cinco ministros han desfilado en el Ministerio de Gobernación. El primero, Vinicio Gómez, quien murió en un accidente aéreos a mediados del 2008 y cuyo hecho aún se investiga. Lo sustituyó Francisco Jiménez, quien a pesar de estar tan solo seis meses al frente de dicha cartera hubo algunas anomalías que lo relacionan con el Renap y de las que enfrenta procesos.
El Gobierno le apostó entonces a un hombre que siempre se mostró cercano a la Primera Dama, Salvador Gándara. Que para ese entonces cumplía funciones en la Secretaría Ejecutiva. El alcalde de Villa Nueva electo tampoco duró más de la mitad de un año y su cabeza cayó a causa de varios escándalos de corrupción. Él también enfrenta procesos. Quiso refugiarse en la comuna, pero al retirársele la inmunidad recientemente, es de los próximos que se le verán en los Tribunales.

Intentando tomar los débiles hilos del Ministerio, se juramentó al entonces viceministro de Apoyo Comunitario y abogado, Raúl Velásquez. Y cual maldición, el descenlace fue similiar a sus antecesores. Tanto, que permanece prófugo de la justicia por presuntas anomalías encontradas en la compra de combustibles para la PNC.
Fue entonces que Colom decidió utilizar su as bajo la manga y colocó al frente de Gobernación al entonces Comisionado Presidencial contra la Impunidad, Carlos Menocal, un respetado periodista que intenta limpiar la institución.

Cambios y cambios

Y la lista sigue. Entre destituciones y renuncias los ministerios de Economía, Agricultura, Trabajo, Salud, Cultura y más recientemente el de Finanzas han tenido en sus despachos caras nuevas.

En retrospectiva veremos que en administraciones de gobierno anterior la dinámica de movimientos se vuelve una obligación cuando el andar no se sitúa en el camino trazado, bueno o malo, es cuestión de intereses.
Pero, algo de cierto deja que en ir y venir de funcionarios la lección no entra en las cabezas de los políticos que sueñan con la pacaya gubernamental. Y pensemos que tres oportunidades, como las tuvo Colom en sus tentativas de acceder a la Casa Presidencial, fueron insuficientes. Primero, para diseñar una estrategia verdaderamente efectiva que más que asistencialismo generaran transformación y, segundo, preparar un equipo sólido que garantizara la perfecta (o más o menos) ejecución de las ideas que alguna vez tuvo entre papeles.

Quizá el titular de este post sea un poco ofensivo, y hasta podría pecar de mal intencionado. Pero si para mantener el equilibrio en la administración pública se juega al azar y al tin marín, nos quedan pocas opciones para la imaginación.
Fotografía tomada de Turismo en fotos

Comentarios

Marina dijo…
Pues a mi opinion, el que en los gobiernos anteriores no existieran tantas distituciones, no quiere decir que han sido mejores. La verdad no se sabe que tan buen trabajo hicieron los ministros en gobiernos anteriores, o si en verdad hicieron algun buen trabajo. Por lo menos no han dejado a la gente corrupta hacer por más tiempo sus fechorías en puestos tan importantes, y para mi eso es bueno.

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