En la chatarra que nos movemos


El transporte en Guatemala es un caso excepcional. Es un reflejo claro de cómo estamos como país. Si se tomase el tiempo para entrevistar a cada uno de los usuarios, sin duda, ninguno respondería en favor del sistema de transporte. ¿Y por qué? Por la simple razón que es un sistema que ya no funciona. Ha colapsado.
Basta tan sólo con reenumerar los principales problemas que padece el régimen que se hace cargo de un servicio tan esencial para el guatemalteco.
-Alzas constantes en la tarifa: Desde el momento que se otorgaron las concesiones a las empresas que hoy controlan el monstruo de rojo, el precio de los boletos es la amenaza constante para doblegar al usuario y al mismo Estado.
- Contaminación ambiental: Gracias a esas unidades que caminan sólo porque la gasolina es milagrosa, todas paredes del país -y el Centro Histórico, sobretodo-- es un manto negro provocado por el humo de las camionetas.
- Deterioro de las unidades: Los usuarios abordan unidades, no sin antes elevar una plegaria porque esa chatarra no pierda los frenos o se desmantele en cualquier semáforo. La camioneta de la fotografía que calza este texto es un lujo en comparación con otras que se ven pululando por la ciudad.
- Abusos y mal trato a los pasajeros: Éstos no son vistos como personas, sino como monedas de quetzal con pies. Como ganado. Los choferes son el non plus ultra de la descortesía y la irresponsabilidad en donde si el usuario no se somete no le queda otra que "pagar taxi o bajarse". Y así por las buenas, quién no hace caso.
- Deficiencias administrativas: Éstas no permiten tener datos confiables sobre los ingresos y los costos de operación.
- Sin regulación municipal: Basta ver que cuando hay un brote de estallido en el tema, la Municipalidad siempre brilla por su ausencia.
- Concesionarios: No existe una planificación, ni supervisión de estos pequeños grupos empresariales que se han hecho cargo del servicio, otorgándoles plena disposición de lo que quieren hacer, como definir sus horarios, frecuencias y la calidad del servicio.
- Caldo de cultivo para la delincuencia: Alguien dijo por ahí que si uno quería ser asaltado, bastaba abordar un autobús. Cada día existen al menos una decena de asaltos, cifra que puede se mayor, pues muchos de ellos no se reportan.
- Subsidios: Sirvió como una medida emergente y se convirtió en una ubre en la que los concesionarios privados vieron un ingreso del que podían sacar provecho, éstos no han incidido en el mejoramiento del sistema del transporte, más bien son la última arma de ataque los transportistas para no amortiguar sus intentonas de subirle a la tarifa.
Así, el dibujo de cómo los guatemaltecos de a pié deben movilizarse diariamente no es más que un símil del Grito del pintor noruego Edvard Munch. Una desesperación continuada y renovada cada día.
Por esa razón es emergente que se piense y se persigan los ejemplos de las ciudades, no tan alejadas a la nuestra y transformar este sistema obsoleto en que nos movemos. Ver por ejemplo, lo que han hecho en Colombia, Chile, México, etcétera. Que, con sus altas y bajas, sus aplausos y desencantos, han venido a oxigenar con un nuevo sistema.
Pensar que lleva un proceso de transición largo y costoso, pero si se proyecta como un modelo efectivo en donde se elimine por completo el funcionamiento actual, las cosas podrían mejorar. Una extensión del Transmetro, por ejemplo, en el que se haga cargo ya sea el propio Gobierno Central o la Municipalidad, siempre y cuando se hagan las revisiones adecuadas y se integren a todos los interesados, como los usuarios.
El punto es eliminar el actual sistema y ver que las cosas caminen sobre ruedas haciendo que el usuario sueñe con un servicio de altura.

Comentarios

zcgt21 dijo…
Desde que comenzó a funcionar el Transmetro, ya no me he visto en la necesidad de usar transporte urbano que no se encuentre sobre la ruta de la Aguilar Batres, aunque claro para ir a la Universidad si he tomado los buses y puedo decir es la gran diferencia que existe entre el servicio del transmetro y el resto del transporte urbano.
Los transportistas están robando en nuestras narices haciéndonos creer que prestan un servicio digno y comodo cuando es todo lo contrario hasta pena ajena me da subir a estos buses que contaminan, en la que nos llevan como ganado.

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