Se rompió la piñata
Circulaba el otro día en las instalaciones del Hospital General San Juan de Dios una efigie de papel con forma y porte del presidente del país. Las manifestaciones de descontento y desesperación de la población en cuanto al disparado aumento del costo de la vida llegó al hospital con esta peculiar forma de protesta.
La piñata portaba carteles en los que se podía leer: "Dónde están las promesas de campaña", "No más alza al transporte urbano y extraurbano", entre otros, donde además se pedía un reajuste salarial para los trabajadores del sector salud.
Quién sabe cuál sería la intención de la piñata. De pronto los sindicalistas del nosocomio pretendían ejemplificar a un "gobierno de papel" o probablemente simbolizar que las promesas quedan en un documento de papel.
Por ejemplo, esas promesas de mejorar las condiciones de vida de los guatemaltecos más pobres y "desamparados", cuando son éstos quienes más han resentido la subida de la inflación y la escalada de precios de los productos de consumo básico.
En una semana agitada por la amenaza de desabastecimiento de combustibles y sus consecuencias por el paro frustrado de los transportistas de carga pesada, también se inició la discusión del salario mínimo.
Será el momento oportuno para la actual administración de gobierno para echar a andar su capacidad negociadora y evitar un estallido social provocado por la incapacidad del ciudadano de a pie para cubrir sus gastos por un salario que no compite con la inflación.
Pues, utilizando los mismos datos del INE, la canasta básica está llegando a los Q2 mil cuando los salarios mínimos, tanto del campo como los de la ciudad, no logran cubrir un estándar necesario para acceder a ella.
Estamos a buen tiempo para que los equipos negociadores del tema salarial lleguen a un acuerdo justo y equitativo para combatir la carestía que está haciendo apretarse el cinturón a las ya de por sí ahogadas economías familiares.
Si bien es cierto que las condiciones con las que ha caminado el país siempre el más desfavorecido es el pobre, no logrando acceder a los extremos lujos con los que viven pequeños grupos detrás de cada sector económico, es conveniente suponer que con la política lanzada en esta administración se logren establecer los escenarios óptimos para generar mejores condiciones de vida para los que siempre pagan los platos rotos. El salario, puede convertirse en un buen camino.
Ojalá que esa piñata inmóvil que era empujada por los sindicalistas del San Juan de Dios no haya sido la única que haya escuchado esas peticiones. Y es que no se puede hablar de progreso cuando abunda la desnutrición, la criminalidad, la pobreza, y una retahíla de etcéteras que bien cabrían en la piñata.
La piñata portaba carteles en los que se podía leer: "Dónde están las promesas de campaña", "No más alza al transporte urbano y extraurbano", entre otros, donde además se pedía un reajuste salarial para los trabajadores del sector salud.
Quién sabe cuál sería la intención de la piñata. De pronto los sindicalistas del nosocomio pretendían ejemplificar a un "gobierno de papel" o probablemente simbolizar que las promesas quedan en un documento de papel.
Por ejemplo, esas promesas de mejorar las condiciones de vida de los guatemaltecos más pobres y "desamparados", cuando son éstos quienes más han resentido la subida de la inflación y la escalada de precios de los productos de consumo básico.
En una semana agitada por la amenaza de desabastecimiento de combustibles y sus consecuencias por el paro frustrado de los transportistas de carga pesada, también se inició la discusión del salario mínimo.
Será el momento oportuno para la actual administración de gobierno para echar a andar su capacidad negociadora y evitar un estallido social provocado por la incapacidad del ciudadano de a pie para cubrir sus gastos por un salario que no compite con la inflación.
Pues, utilizando los mismos datos del INE, la canasta básica está llegando a los Q2 mil cuando los salarios mínimos, tanto del campo como los de la ciudad, no logran cubrir un estándar necesario para acceder a ella.
Estamos a buen tiempo para que los equipos negociadores del tema salarial lleguen a un acuerdo justo y equitativo para combatir la carestía que está haciendo apretarse el cinturón a las ya de por sí ahogadas economías familiares.
Si bien es cierto que las condiciones con las que ha caminado el país siempre el más desfavorecido es el pobre, no logrando acceder a los extremos lujos con los que viven pequeños grupos detrás de cada sector económico, es conveniente suponer que con la política lanzada en esta administración se logren establecer los escenarios óptimos para generar mejores condiciones de vida para los que siempre pagan los platos rotos. El salario, puede convertirse en un buen camino.
Ojalá que esa piñata inmóvil que era empujada por los sindicalistas del San Juan de Dios no haya sido la única que haya escuchado esas peticiones. Y es que no se puede hablar de progreso cuando abunda la desnutrición, la criminalidad, la pobreza, y una retahíla de etcéteras que bien cabrían en la piñata.
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