La desatención es cara
Los guatemaltecos en los Estados Unidos, la están pasando mal. Para nadie es un secreto. Sin duda, no es tiempo de vacas gordas, y esto lo están resintiendo si poco los legales mucho más los indocumentados.
Las noticias, frecuentes ahora, sobre las redadas y la disminución del envío de remesas a causa de la desaceleración de la economía estadounidense, generan preocupación a las personas que desde una fría habitación en Guatemala, viven con ansiedad pensando en el futuro de su familiar en el país del norte.
Quien menos hace es el Estado de Guatemala. Las décadas de desatención a los millares de compatriotas inmigrantes vienen a germinar en la ausencia de protección dejándolos vulnerables. Sin nadie a quién recurrir cuando son perseguidos.
Y es que las administraciones estatales no han sabido trabajar en las causas estructurales que ha obligado a los guatemaltecos a abandonar su tierra. Todos, o casi el cien-por ciento, de quienes atraviesan las fronteras hasta Estados Unidos buscan trabajo, una vida con más dignidad y sacar a sus familias de la miseria, violencia y ahora de la inseguridad. No piden más: simplemente una oportunidad que les fue negada en su país.
Con varios años de trabajo, los migrantes, ahora vistos como una importante fuente de divisas, han logrado que el país reciba al menos US $4 mil millones al año, en concepto de remesas familiares, alimentando no sólo la economía de sus seres queridos, sino la bolsa de banqueros e instituciones gubernamentales.
Cuando ya representan dinero, es entonces cuando buscan las medidas para protegerlos. Cuando el peligro de las deportaciones atenta contra esa gruesa inyección de capital, es entonces cuando saltan las instituciones gubernamentales reclamando un trato más justo hacia ellos.
Pero todo es coyuntural. Lamentablemente. Y, siempre habrá quién se levante de la silla corrigiendo las innumerables líneas que se han escrito criticando la falta de acción de parte del Gobierno. Claro que han hecho algo, pero lo hacen cuando en las noticias hay guatemaltecos involucrados, como Iowa, por ejemplo. Pero luego lo dejan todo al tiempo y que otra emergencia surja para salir nuevamente al ruedo.
¿Qué ha pasado con Conamigua? Una oficina que nació con muchas expectativas. Casi un año después, aún no ha entrado en acción. Ya las organizaciones que trabajan en atender a los migrantes en el país del norte han estado exigiendo por diversos canales su puesta en marcha.
A paso muy lento, se han elegido a algunos representantes, como hace poco lo hicieron en Arizona y Nuevo México (Yuvixsa Morazán como titular y Saulo David Alvarado como suplente). Pero aún hay mucho trabajo por hacer. Así lo han demostrado los grupos que próximamente se darán cita en Manhattan y revisarán el avance del trabajo gubernamental en pro de los connacionales y fiscalizarán que Conamigua no sea politizado y que su iniciativa quede nuevamente como una buena intención.
La urgencia es más fuerte que el abandono que están viviendo en los Estados Unidos, y si no se hace nada, la factura que pasará esa desatención será muy cara. No creo que quieran pagar por las malas acciones del pasado.
Quien menos hace es el Estado de Guatemala. Las décadas de desatención a los millares de compatriotas inmigrantes vienen a germinar en la ausencia de protección dejándolos vulnerables. Sin nadie a quién recurrir cuando son perseguidos.
Y es que las administraciones estatales no han sabido trabajar en las causas estructurales que ha obligado a los guatemaltecos a abandonar su tierra. Todos, o casi el cien-por ciento, de quienes atraviesan las fronteras hasta Estados Unidos buscan trabajo, una vida con más dignidad y sacar a sus familias de la miseria, violencia y ahora de la inseguridad. No piden más: simplemente una oportunidad que les fue negada en su país.
Con varios años de trabajo, los migrantes, ahora vistos como una importante fuente de divisas, han logrado que el país reciba al menos US $4 mil millones al año, en concepto de remesas familiares, alimentando no sólo la economía de sus seres queridos, sino la bolsa de banqueros e instituciones gubernamentales.
Cuando ya representan dinero, es entonces cuando buscan las medidas para protegerlos. Cuando el peligro de las deportaciones atenta contra esa gruesa inyección de capital, es entonces cuando saltan las instituciones gubernamentales reclamando un trato más justo hacia ellos.
Pero todo es coyuntural. Lamentablemente. Y, siempre habrá quién se levante de la silla corrigiendo las innumerables líneas que se han escrito criticando la falta de acción de parte del Gobierno. Claro que han hecho algo, pero lo hacen cuando en las noticias hay guatemaltecos involucrados, como Iowa, por ejemplo. Pero luego lo dejan todo al tiempo y que otra emergencia surja para salir nuevamente al ruedo.
¿Qué ha pasado con Conamigua? Una oficina que nació con muchas expectativas. Casi un año después, aún no ha entrado en acción. Ya las organizaciones que trabajan en atender a los migrantes en el país del norte han estado exigiendo por diversos canales su puesta en marcha.
A paso muy lento, se han elegido a algunos representantes, como hace poco lo hicieron en Arizona y Nuevo México (Yuvixsa Morazán como titular y Saulo David Alvarado como suplente). Pero aún hay mucho trabajo por hacer. Así lo han demostrado los grupos que próximamente se darán cita en Manhattan y revisarán el avance del trabajo gubernamental en pro de los connacionales y fiscalizarán que Conamigua no sea politizado y que su iniciativa quede nuevamente como una buena intención.
La urgencia es más fuerte que el abandono que están viviendo en los Estados Unidos, y si no se hace nada, la factura que pasará esa desatención será muy cara. No creo que quieran pagar por las malas acciones del pasado.
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