Porque los infantes no son mercancía

Todavía es tiempo. Aún pueden reivindicarse con la aprobación de la Ley de Adopciones y, de ese modo, poner fin a un mercado de infantes que genera millones de dólares al año. Nomás oigan la súplica popular.

Es que un niño no es una mercancía. Es inconcebible suponer que permanezcan en anaqueles listos para exportarlos, con papeles limpios, y cambiarlos por un manojo de dólares. Hay estimaciones que este negocio genera al menos US$ 200 millones cada año. Sólo en el 2005 salieron de Guatemala 4 mil 048 infantes (en su mayoría, rumbo a Estados Unidos) y en lo que va del año sobrepasan las cuatro mil solicitudes para adopción en la Procuraduría General de la Nación.

La adopción es una acción humanizadora. Otorgarle un hogar a un niño desamparado significa dignificar una vida y merece reconocimiento, sin embargo, cuando detrás de ello existe una telaraña de mafias y criminales se convierte en un olor vomitivo. Repugnante.

Hay un eco popular en el tema y es buen momento para actuar, está en las manos de los diputados, y si quieren limpiarse el lodo y recuperar un hálito de dignidad es bueno que se presenten en su curul a la que fueron electos, por su capacidad de discernir entre lo que es bueno y malo, y levanten la mano apoyando la normativa.

Vamos a ver, en ese momento piensen que no están hablando sólo de letras en un papel membretado. Piensen en esos seres pequeñitos que adoran los dulces, la Navidad, los libros de colores y jugar con lodo. Esos enanitos (que no dudo tengan también en sus casas), que poseen una energía de explosivo y una imaginación de Lewis Carroll.

Imagínense ese cuadro, ese momento en que caminaban junto a ustedes en las campañas políticas. Cuando los tomaban en sus brazos y se tomaban fotos para salir en las portadas de los diarios. O, cuando los vieron correr detrás de sus caravanas proselitistas. Piensen en sus manos pequeñas y sus cabezas grandes. Métanse las manos en los bolsillos y sientan lo que los niños tendrían dentro: Un pan mordido, un juguete oxidado, una docena de canicas, varias chocas, una calcomanía de los Padrinos Mágicos, un dulce chupado, y un agujero.

Vamos, conmuévanse y corten ese chorro de dólares que engrosan las cuentas bancarias de pocos. Salgan de esta legislatura con las frentes en alto y logren darle vuelta a esa página negra que escribieron hace unas semanas cuando pretendían otorgarse una inmerecida indemnización. A lo mejor, y con esta amnesia que nos traemos como país, dejemos un rato esa crítica por su forma de legislar.

Anotación: A esta hora la Ley de Adopciones ya fue aprobada por mayoría en el Congreso, luego de una fuerte presión de parte del cuerpo diplomático acreditado en el país y de diversas organizaciones sociales. Enhorabuena.

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