Sexta promoción de balboas


He aquí, los integrantes de la IV Promoción del Programa Balboa para Jóvenes Periodistas en el día de su graduación. Las anécdotas son muchas. Cada día, una historia. Cada compañero, una vida. Están a punto de expirar seis meses que, sin duda alguna, han marcado la vida de todos los que aterrizamos en el Aeropuerto de Barajas aquel gélido 1º de febrero. Hoy, con diploma en mano y con un ramillete de ideas nuevas junto al retrato de cada amistad conseguida, estamos a punto de volver. Unos más tarde que otros, pero con un común denominador: la nostalgia. En los últimos días me he sentido con una ansiedad inusual. Ni siquiera cuando supe que tenía que venir a España a pasar medio año fuera de mí país me provocó un amasijo de emociones que hoy comprimen el pecho. Siento cierta rara necesidad de devorarme unos chuchitos con guacamol, o quizá un atol de plátano bien caliente; ver el Volcán de Agua al final del horizonte que me encamina desde Llano Largo al Centro Histórico; también utilizar esos tacos cotidianos y malhablados con mis amigos y amigas; sentir el humito del café con leche del Café León en la 7º avenida; leer los domingos las amenas historias de elPeriódico y discutir en casa los temas que trata; me hacen falta, extrañamente, esos viernes en el Portalito y degustar de esas boquitas con un ojo rojo bien frío; o esas cenas en abundancia de frijoles y tortillas en el comedor de mi casa; el cine Cápitol, la Plaza Berlín, las películas de Luis Aceituno, las chamuzcas en la zona 6; las sesiones improvisadas de jazz fussion con Álex; o las charlas de carros con mi hermano Eduardo; los chismes de Jéssica; los enojos de mi hermano Douglas; los correteos y ocurrencias de mi sobrinita; Ana, Elmer, Óscar, el primus carnivurus, Geovanni, el Tito, mis antiguos amigos, mis nuevos amigos, los vecinos, el Hermano Pedro, las camionetas, las campanadas de la Catedral, las conferencias en el Palacio Nacional, la USAC, los cuates de la U, mis compañeros de La Hora, Carmen, Gaby, Luis, Villa Nueva, esas charlas y visitas a Doña Astrid, el Trébol, la Sexta, Don Julio, Julio César, Ástrid, los sábados con Lucy, y Lucy... y Lucy. Tantos nombres, rostros que giran en mi cabeza. Una extraña nostalgia que no percibía, talvez hay algo allá que me llama y no me deja tranquilo acá. Pero bueno, el final de un ciclo se acerca. Pasó el temblor que sacudió desde dentro mi existencia y marcó, cual tatuaje, una etapa muy importante para aprender y superar viejos temores. La foto fue tomada el viernes 20 de julio en la sede central de Telefónica en Madrid, pero sin duda alguna siempre la recordaré "como si fuera ayer".

Comentarios

Unknown dijo…
¡Hermano!. Acá le estamos esperando. No sólo Guatemala sino toda Latinoamérica. Con saber que estás de este lado es bastante.

Bueno viaje.

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