Recordará cuando alguna vez fue Presidente
No cabe duda. Tal vez cuando llegó a obtener tanta responsabilidad en sus manos, con su pinta de bonachón y con el apoyo de sus más cercanos asesores, pensó en hacer grandes cosas de las cuales sus nietos podrían jactarse en un futuro y recordar las buenas obras que su abuelo dejó en el país.
Creo que lo pensó. Por ello se atavió de una armadura de funcionarios afines a su forma de pensar y echar en marcha la maquinaria de la gran empresa llamada Guatemala. Porque, que me perdonen los que no piensen así, pero no se puede ocultar la orientación empresarial que le dieron al Estado, basta sólo con recordar su rimbombante término que fue repetido hasta el cansancio: la productividad.
Campechano en su forma de expresarse, y, hay quienes hasta se animan a apostar a que muchas de sus fabulosas ideas nacían improvisadas al bombardeo perenne y bien elaborado de los periodistas. Recuerdo por ejemplo aquella su ingeniosa súper estrategia de colocar cámaras y detectores de metales en los autobuses para reducir los asaltos, o va, algo más fácil de recordar, la oferta de vender el Palacio para saldar su deuda política con las ex Patrullas de Autodefensa Civil. Genial. Un presidente campechano y capaz de amenizar las reuniones y salirse siempre del protocolo para pedirle a Juanes "echarse la Camisa Negra" en la Casa Presidencial o recomendarle a quienes marchaban que "no se asolearan".
Insisto, no descarto que las buenas intenciones hayan estado siempre presentes en sus más sensatas decisiones en Gabinete. Derrapaba carisma y mucha personalidad que mantuvo en sus cuatro años de fama que terminaron ayer, de donde podrá sacar buenas anécdotas en las reuniones que tenga con su bufete y su vida post presidencial.
Muy pocas veces se encabritaba, y cuando lo hacía se las traía en contra de la Prensa no era condescendiente con él. Ayer, precisamente resaltaba a Emisoras Unidas que los periodistas no fueron lo suficientemente objetivos al informar sobre su trabajo. Y, desde mi punto de vista, creo que los medios fueron complacientes con él, de eso debería estar agradecido. Aunque haya querido que sirvieran como cajas de resonancia de las carreteras que inauguró, de los aeropuertos que remozó, de los billetes que regalaba a los lustradores, de las visitas constantes a provincia, de las condecoraciones que otorgó y que se hayan pasado por alto el crecimiento delincuencial o las estafas en bancos, probablemente quería que los medios aprendieran el castellano con el que él se comunicaba y obviar el acecho del crimen, los asesinatos, robos y pobreza con la que vivimos los que no compartimos con él las mieles del poder.
Desde ayer se volvió a colocar la camisa de civil y esta mañana y las mañanas subsiguientes probablemente le cueste salir de su rutina de ponerse al día de su siempre apretada agenda y dejara por un lado los sacos para estirarse y relajarse viendo cómo su sucesor que desde hoy se hace cargo del país se lía tratando de resolver los problemas que él no pudo revolver.
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