Como en feria

 Hace unos años llegó a la Feria de Jocotenango un joven en compañía de su novia. Ella quería el premio mayor de un juego de tiro al blanco. Era un oso de peluche grande, el más visible del puesto.

La muchacha puso la condición de que si no tenía el peluche terminaría la relación. El encargado del puesto —quien recuerda esta anécdota— vio que en el cincho el joven tenía una pistola. Eso le dio miedo y ofreció, a cambio de los 10 quetzales que valía el turno, darle un par de tiros más.

El novio pidió solo tres oportunidades. Se acomodó el cinturón. Apuntó, respiró hondo y tiró. Ningún balín atinó al premio mayor. Volteó hacia su pareja y la vio inexpresiva. Molesta. El encargado, viendo la escena de tensión, le dio un tiro de cortesía.

—Si fallas esta, me voy—, dijo ella.

—Esto está trucado, dijo él.

—¡Vamos, joven!—, dijo el feriante.

¡Pum! El sonido de una lata avisó de un premio. Pero no fue el mayor. Resignado el muchacho de la pistola en el cincho quiso que el encargado del puesto le vendiera el gran oso. Tenía que llevarlo, sí o sí, con tal de mantener contenta a su novia.

El feriante se conmovió y pidió jocoso unos cigarros a cambio del peluche. Pero, minutos después, reparó en que si se lo daba perdería el atractivo de su puesto y cambió la oferta por dinero.

Al final de esta historia de feria. La pareja se retiró del puesto. Él intentando tomar de la mano a su novia enojada, ella estrujando con la mano un conejo tejido de modesto tamaño y el feriante con unos billetes en la bolsa.

Feria de Jocotenango 2023. Foto: Tomada de AGN


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