Medio sobre medios


Para el mundo periodístico de Guatemala, es imposible quedarse inmóvil cuando se producen cambios, de cualquier tipo, en el gremio. En este país no es común ver en los medios informaciones sobre los propios medios. Es una debilidad, sin duda alguna.

Esto viene a colación a propósito del cambio de tacuche del diario oficial y la reestructuración informativa con la que arrancó el lunes y se oficializó el pasado jueves.
El Diario de Centro América echó al cesto de la basura su antigua presentación y le apostó a uno más dinámico y con un manejo noticioso distinto. Pero, por su configuración legal de ser la voz oficial de los gobiernos habrá que ver detenidamente su intención de convertirse en un "diario público".
Si su apuesta coquetea con la línea de gobierno de acercarse a los "desposeídos" y a la gente pobre, habrá que pensar cuál es su intención de alcanzar a esa "población pobre", esa que constituye el grueso del público objetivo popular y que se alimenta de sensacionalismo.
La intención es buena, sin duda alguna, pues en el país no existe una pluralidad en los medios, y con ello no hay una real competencia mediática. Además, ese público al que tendría que llegar están acostumbrados a consumir, mea culpa de los mismos medios, información cargada de morbo y sensasionalismo.
El concepto de "periodismo público" (o periodismo cívico, como se le ha llamado en Estados Unidos) es tan nuevo como la socialdemocracia en Guatemala. En algunos países aún se mantiene como una idea en exploración que se discute con algunas interrogantes comunes que recaen en el rol de los periodistas en una democracia y de los ciudadanos como generadores de agendas noticiosas.
Los experimentos que se han hecho, sobretodo en Estados Unidos, llevan a interrelacionar a los ciudadanos para tomar más en cuenta su punto de vista en la generación de agenda informativa y que sean partícipes en la deliberación pública.
Ésto más allá de una simple denuncia o en las secciones de "Cartas de los Lectores" o en los términos acuñados como "periodismo ciudadano", donde en breves espacios una persona cualquiera se convierte en reportero casual.
Es importante reconocer que arrancaron con buen pié. Un diario en el abandono podría convertirse en una opción de equilibrio informativo o caer en la pasividad con una cara bonita.
Según dieron a conocer sus mismos directores, llevan una intención fuerte. Subirle a 20 mil los ejemplares para el siguiente año y tratar de llegar a más personas será su principal reto. También habrá que ver cómo le harán para llevar en buenos términos su asociación con el Gobierno de turno, pues el apellido de diario oficial no es fácil de quitar luego de una larga historia de ser un boletín reproductor de las "cosas buenas" de cada gestión.

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