Cómo cambian las cosas

No recuerdo muy bien si fue mi mamá quien me lo contó, o algún amigo de cuarenta abriles, vaya yo a saberlo. Lo cierto es que me hacían referencia a la llegada de la correspondencia. Esas cartas tan esperadas y que, a pesar de huracanes siempre se deslizaban por la rendija de la puerta en el momento preciso. No había que desesperarse. Eran oportunas las cartas cuando se sabía que el remitente las enviaba en el momento.
Hoy, en éste maildito correo por mucho que le de refresh no veo tu mail. La tecnología vuelve impaciente a las personas o las personas piden mucho de la tecnología, vaya yo a saberlo.

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