El autobús de la memoria

El tema puede durar lo que dura un duelo. Es justo el mero tiempo que dura nuestra memoria. Saltamos y nos envolvemos en el asombro cuando una información bomba se apodera del ambiente, y es entonces cuando salen a relucir las catastróficas dolencias que se convierten en síntomas de la interminable enfermedad que consume al país.

Ya sólo estamos esperando cuál sea la noticia bomba que nos haga cambiar la dirección de la mirada y dejar por segundo, tercero o cuarto plano, el percance ocurrido el viernes en el Chilero. Así es Guatemala, un país macondiano y quizá cuando los periódicos volteen la mirada hacia otro hecho "trascendental", algo como si la selección sub 23 se posicione en la competencia futbolística en Pekín, o si Carlos Peña saque otro disco, entonces pasaremos al condenado mundo de la historia olvidada de un pueblo sin memoria.

Continúo con la noticia del autobús. 55 víctimas desnudaron -otra vez- un sistema canceroso y un incipiente control en las carreteras. El sábado, domingo y ayer, ocupó los espacios preferenciales en todos los medios de comunicación impresa. Algunas radios arrancaron con una campaña destacando la capacidad solidaria de los guatemaltecos y habilitaron cuentas bancarias reuniendo el dinero limosneando a los dolidos familiares. Las tuzas arden. Pero ese fuego solidario mermará conforme se vaya poniendo vieja la noticia. Hoy, por ejemplo, ese espacio "preferencial" ha sido desplazado por otras noticias más importantes.

Esa es nuestra condena: carecer de recuerdos y construirnos un porvenir curándonos de ellos. Por eso detesto y se me revuelve el estómago cuando surgen los comentarios de que solemos "vivir en el pasado" o ese típico "ya superalo, hombre", pero las cosas no son así. No podemos construir nación si no somos capaces de reparar nuestros cimientos.

Responsables, los hay muchos. De todos tamaños, formas y colores. Todos tenemos, inclusive una cuota de responsabilidad, por ser pasivos, por no exigir y por permitir, con la complacencia típica que nos caracteriza, que reparen con parches esos errores que desvelan nuestras debilidades. No me extrañaría que haya destituciones o multas para calmar las posibles agitaciones civiles en torno al tema.

El punto tampoco es darle vueltas y vueltas a un asunto sin encontrar puntos equilibrados para resolverlo. Cicerón dijo que la memoria disminuye si no se ejercita. Y, al menos yo, no concibo que sobreviva una nación sin sus retratos que la llevaron hasta donde se encuentra. Se recuerda incluso lo que no se quiere, y olvidar no se puede lo que se quiere.

Comentarios

Anónimo dijo…
Qué tal, he pasado por este blog y he disfrutado de tus comentarios oportunos. Espero que sigas escribiendo con mayor frecuencia. Saludos y que Guatemala sea justa, como es nuestro deseo.

Entradas más populares de este blog

Un español perfecto

Como en feria

Despertar