Ojalá dieran muestras de cambio

Es aceptable y nada discutible que para muchos sea muy madrugador el hacer una evaluación a los puntos iniciados por el actual gobierno en este primer mes de gestión. Sin embargo, considerando que cuatro años se vuelven muy pocos para resolver problemas que llevan decenios en nuestra realidad guatemalteca, es importante resaltar algunos puntos que saltan a la vista y que despiertan dudas sobre el camino que se ha iniciado.

Primero, el discurso teñido de matices socialdemócratas (el cual no está de más recordar sirvió de caballito de batalla para ganar las elecciones) y, que repitió hasta el cansancio durante la toma de posesión ha sido objeto de discusión constante. El llamado "rostro maya" del que tanto habló, no se ve por ningún lado, más que en los espacios otorgados por tradición étnica, como en el Ministerio de Cultura, Secretaría de la Paz, etcétera.

No descarto, para nada, la capacidad del designado Ministro de Cultura y Deportes, su perfil bien podría ser utilizado en cuestiones económicas y de comercio exterior, y ha demostrado, en diversas entrevistas, que carece de la experiencia que requiere esa cartera tan descuidada.

Otro punto. Su plan de los Cien Días, en su caudal relacionado a la seguridad, se ha convertido en una caja de resonancia de acciones que otrora no han resultado efectivas. Se reitera en acciones de represión en un sistema caduco que no da seguimiento un proceso efectivo de justicia. Y, no hace otra cosa que conseguir portadas con importantes capturas cuando por la puerta trasera las acciones se debilitan cuando estos son liberados por "falta de méritos".

Si algo no han entendido, o si lo han hecho, no ha sabido demostrar, es que este problema de seguridad lleva un trasfondo que hay que atacar no con más policías y más soldados, sino desde su estructura. Mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos con trabajo, educación, mejores viviendas. Acciones que vayan expresamente dirigidas a cerrar los canales delictivos que absorben a los adolescentes, que sujetos a condiciones criminales se transforman en peligrosos líderes de sicarios desde una edad temprana.

Este problema estructural se alimenta con las injusticias sociales que sólo en Guatemala se pueden ver. Ejemplo de ello es el canibalismo que existe en los aparatos del Estado en el sentido de apoderarse de la mayor parte del capital que le llega al Estado. Resulta que el porcentaje por funcionamiento es superior a la inversión en todas las instituciones. Eso, al final conlleva que al ejecutar proyectos terminan con deudas por falta de capacidades de pago.

En un país en donde el porcentaje de pobreza llega a niveles impensables, los burócratas viven como reyes erogando salarios superiores a sus colegas de otros países. Empezando por el mismo Presidente, quien, presume de percibir más de US $18 mil mensuales, esto según una publicación colombiana, en donde reúne los salarios de los mandatarios de América Latina. Sería bueno que para restaurar esa "esperanza" que ofreció, diera muestras claras de transparencia y contrario a lo que hicieron sus antecesores que se incrementaron sus salario, el presidente Colom ofreciera reducir sus ingresos para sentirse parte de "los pobres gobernados" y entregar públicamente sus informes de bienes para rendir cuentas cabales y no sumarse al grueso número de ex funcionarios que ahora viven considerablemente mejor que cuando llegaron a succionarle la teta a la madre Patria.

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