"Con la rebelión, nace la conciencia"

Colectivos sociales simularon un funeral como un mensaje de rechazo al actual sistema y a unas cada vez más desprestigiadas elecciones. Foto tomada de Prensa Libre

Un proceso electoral es un espectáculo. Una gala llena de reflectores en todo el país. Un cabaret gigante donde todos tienen derecho a entrar por un momento, embadurnar su dedo y salir para ver detrás de un cristal quien se come el caviar al terminar el cálculo de las ganancias con forma de voto.

Para todo periodista, es un campo de batalla donde la pericia da lecciones, un aprendizaje sobre el tipo de sociedad en la que se tiene alojada la existencia. Me decía un maestro de periodismo que las elecciones, en países como Guatemala, son como un apartado de tiempo lento en donde los bufones se limpian la cara, se relajan y fingen ser buenas personas. De esa manera toman aire, renuevan sus promesas perdidas y acarician la posibilidad de aferrarse a lo único que saber hacer bien: aparentar.

Es el momento en que la fauna deja su habitáculo y sale a las calles con anzuelos de colores, palabras vacías en discursos mesiánicos llenos de promesas... aunque, bueno, es cierto que en esta campaña en particular los candidatos se dedicaron más a aruñarse jugando con argucias poco dignas para desacreditarse entre sí. Algunos con sutileza, otros con artimañas que solo los colocaban en refregones ridículos.

Que de la camada de catorce candidatos a dirigir el país, solo  dos o tres sobresalgan -y no porque sean los curalotodo-, es lamentable para una sociedad que se jacta de tener treinta años en un sistema democrático alejado de las perniciosas dictaduras militares que lo precedieron. Como periodista, pero aún más como ciudadano, no hallé convencimiento alguno en los esquivos planes de trabajo de las catorce propuestas. Planes, que vistos sin prejuicios, están lejos de captar simpatizantes.

Es la cuarta elección que presencio como periodista  y como votante. Las anteriores las conozco por hemeroteca. Pero algo hay de cierto, son las más inciertas y quizá las más absurdas. Sobre todo, cuando la mayoría de la sociedad no las quiere. Lo ocurrido este año, y más puntualmente, desde abril hasta la caída del general y su mano derecha, pone un sabor agridulce a lo que pueda pasar cuando cierren las mesas electorales.

Es cierto que Guatemala no es la misma, y como dice Camus, "con la rebelión, nace la conciencia", las jornadas de manifestaciones que se dieron cita cada sábado -que se reforzó con un sepelio simulado ayer-, deja abierta una pequeña puerta de esperanza de que la generación que nacimos en los ochenta, cuando hablar y gritarle corrupto a los gobernantes era una pieza de ficción, ahora hemos alcanzado cierta madurez y claridad, quizá no en qué es lo que queremos, pero sí en lo que ya no queremos. Y ese es un paso de gigante. #EstoApenasEmpieza

Twitter: @eswinquinonez


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