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Consumidos por el fuego

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Siempre he creído que una de las formas más despiadadas y cruel para morir es carbonizado por las llamas. Es difícil imaginarse la agonía que siente la víctima cuando es rodeado por el fuego, no puede siquiera ver cómo su cuerpo es calcinado porque a los pocos segundos de que su cuerpo entra en contacto con el fuego, sus pupilas son de los primeros órganos que estallan. Se va consumiendo poco a poco la piel, el cabello, las manos, los hombros, los labios, las uñas; después de un tiempo el dolor asfixiante dejan de manifestarse pues las conexiones nerviosas se achicharran mientras el cuerpo termina enjutado frente a los espectadores, si es que los hay. No hay quien salga con vida de tal hoguera, sobrevivir es un milagro, y una maldición permanente para el resto de la vida. Si llegase a morir por un accidente, me gustaría que fuese por obra de la naturaleza, sin dolor ni agonía. Y es que morir quemado es de las peores muertes, las otras son para mí, ahogarse, la sed, y el hambre (de ésta